Por: Armando Linares López.
Zitácuaro. – La pandemia provocada por el Covid-19 ha venido afectando a todos los sectores de la sociedad, sin embargo, y de manera distinta, existen grupos que han visto más desigualdad desde que la epidemia comenzó, como es el caso de las mujeres que han sufrido consecuencias sociales y económicas que cambiaron radicalmente sus vidas.
Si bien es cierto que las estadísticas muestran que existe más mortalidad por Covid-19 en los hombres que en las mujeres, también está presente que a pesar de la pandemia no se han logrado avances considerables o notorios en cuanto a la igualdad de género y los derechos de las mujeres, que ahora también tienen que contribuir en buscar nuevas alternativas para poder asistir a los hijos en el regreso a clases, que para muchas ha sido sumamente difícil.
La mayoría de las mujeres trabajan y coadyuvan en la economía familiar, por ello la nueva forma de educar a los hijos ha tenido un mayor impacto en las mujeres que en los hombres, y la carga de trabajo ha aumentado ampliamente.
“He tenido que transformar mis tiempos para poder atender la casa, las clases de mi hijo y el trabajo”, mencionó Daysi Ramos, quien es profesora de profesión y tiene un pequeño en la primaria, “lo más difícil son los tiempos, ya que no puedes desatender a los alumnos, pero tampoco el hogar”.
Y es que el regreso a clases bajo esta nueva modalidad no ha sido nada fácil para los padres de familia, ni para los maestros, que han tenido que aprender de la tecnología, que por cierto no llega a todos los estudiantes de México, al menos es la queja de las madres de familia.
María Ruíz, una mujer que trabaja como obrera en un taller de fabricación de cabos, comenta que ha sido complicado poder atender todo, con tres hijos en edad de estudiar y la necesidad de trabajar, admite que los hijos no están aprendiendo como debiera.
¿Lo complicado para ella? Poder contar con internet o datos suficientes a la hora de que los pequeños tomen la clase, pero no solo eso, hay que sacar copias de los PDF que el maestro mande, ya que en ocasiones son libros con los que van a trabajar sus hijos, “hasta 200 copias tenemos que imprimir” dijo un poco desalentada, máximo cuando recuerda la inscripción que tuvo que pagar para que sus hijos pudieran “acceder” a las clases, clases que no son presenciales, “nos hicieron hacer un gasto innecesario” comentó.
Todas las mujeres entrevistadas coincidieron en una sola cosa. –La carga de trabajo se incrementó de manera impresionante- pero esto se vuelve aún más complejo cuando hay madres de familia que trabajan bajo un horario y no tienen con quien dejar a los hijos para que los apoye en clases virtuales, mismas que normalmente son más difíciles ya que en muchas ocasiones los alumnos no entienden o no saben cómo resolver algún problema.
Así pasa con Doña Carmen, donde sus hijos reciben por un grupo de WhatsApp las clases, pero el maestro se desentiende completamente de los alumnos y los trabajos que manda. “Nos manda todo por What, pero o podemos comentarle nada porque el grupo lo puso privado, y si le llamas no te contesta” expuso visiblemente molesta, en este caso su hija ha tenido que acudir a otro maestro para que le explique cómo resolver los problemas matemáticos, un gasto más.
Existen estudiantes que coinciden al decir que eso no les ha funcionado; así lo expresó una adolescente que cursa la secundaria, y tiene que estar al pendiente de la hora en que le toca tomar clases. “Pues nos cambian los horarios, como hoy, (el día de la entrevista) tengo clases de 2 de la tarde a las 8 de la noche, pero a veces se va el interne y ya no alcanzo a terminar”.
A su manera todas expresaron que desde el aspecto social, son las mujeres las que más responsabilidad han tenido en estos momentos, ya que no existe una atención a estos temas, ni se han generado políticas públicas que atiendan el impacto que la contingencia tiene directamente con el sector femenino y el trabajo no pagado en este tiempo de contingencia ha aumentado.